El yoga afirma en sus planteamientos que de principio y por condición somos inconscientes de nosotrxs mismxs. Y en toda su literatura hace referencia a la posibilidad de iluminar, echar luz o quitar la oscuridad de la percepción, pues estamos nublados del motivo de nuestros actos, así como de algunos de nuestros deseos. Los cuales encarnamos en todos los componentes de nuestra identidad. La paradoja es que esta imposibilidad de conocernos bien o percibirnos claramente viene de identificarnos con algunos rasgos, experiencias, sensaciones, narrativas y mecanismos, en el término estricto de la palabra, es decir, en la repetición automática de ciertos patrones.
Se experimenta en el cuerpo; hablar, comer, andar, reír, son actos que realizamos con la carga de nuestros antepasados, en la manera en que aprendimos a decir las palabras y a significarlas. La Bhagavadgita versa, en el capítulo dieciocho, “Necio es en verdad y nublado tiene el entendimiento quien piensa que él es la única causa de todo lo que hace.” (Traducción de Juan Arnau, 2017, Atalanta).
Krishna, en ese capítulo, le explica a Arjuna sobre las tres clases de los frutos de nuestras obras. Y nombra, junto con ellas, los cinco factores necesarios para consumar cualquier acción.
La palabra que usa para el primero es “adhisthatr”, la cual aparece también en el sivapurana, para nombrar al sacerdote o quien está al mando de una reunión ceremonial, la palabra aparece en el Rig Veda, en el Mahabharata y algunos otros textos, y significa gobernador, autoridad, estar en control, tener gobierno sobre, y en el verso del capítulo de la Gita que acabo de mencionar refiere al gobierno o desgobierno del yogui sobre los sentidos y sus objetos.
El segundo término pertinente es adhisthana, que nombra al ámbito de la percepción. Que refiere a que no es lo mismo, por ejemplo, ver un árbol que imaginar una nube. Y este aspecto se relaciona con el sutra I.6 de Patanjali. En donde delínea que hay cinco tipos de pensamientos o procesos mentales, llamados vrtts, traducidos como: conocimiento válido o correcto, conocimiento erróneo, conceptualización o imaginación (o incluso fantasía), sueño y memoria.
El tercer factor son los medios o instrumentos, que refieren a los órganos de acción con los que se ejerce ese acto. Definidos como los pies, los brazos, la boca, los genitales y los órganos excretores. Aunque en la Gita son mencionados sólo metafóricamente. En cuarto lugar está la clase o tipo de acción y en último el destino divino. Definido en la Gita como dádiva, y que refiere a las fuerzas imprevisibles que influyen en el devenir del universo.
Así, las clases de acciones están dictadas por tres cualidades que también pueden clasificar al propio actor, a la acción y al propio conocimiento. Estas cualidades, que han sido nombradas como los “constituyentes”, pues son los componentes que tejen la amalgama oculta que compone materialmente la realidad, son los guṇas.
La palabra guṇa, cuya traducción habitual refiere a “cualidad”, para hablar de los atributos generales o las propiedades de la materia, alude a o significa, “hilo”, “aquello que enlaza”, “cuerda”, “hebra” que une o conecta, noción que refiere a cómo los guṇas tejen el vínculo entre la consciencia suprema del puruṣa (el verdadero Ser) con la manifestación de la prakṛiti (la manifestación material de la realidad ilusoria y fluctuante). Sin embargo, en su traducción de la Gita, Arnau, fiel a su lectura de la misma desde las categorías del Sāmkhya (texto filosófico que desarrolla las cualidades de la materia y que fue gran influencia para los yogasūtras de Patanjali) y su inclinación budista, utiliza la palabra “impresión” en el capítulo en que Krishna describe a Arjuna “la cima de todos los conocimientos”, cuando le explica que la composición de los tres guṇas es lo que teje toda la acción del universo y que desprenderse de ellos implica alcanzar la liberación.
Arnau utiliza “impresión” para guṇa sólo en ese capítulo, porque lo que Krishna le está desarrollando a Arjuna es, primordialmente, que aquellos guṇas son meramente la impresión que deja en la consciencia la presencia de alguṇa forma sensible. Sin embargo, cuando las describe Arjuna habla de 1) sattva como “la que enlaza dulcemente” de cuyo lazo surge “el amor a la dicha y al conocimiento”, de 2) rajas que su “naturaleza es la inquietud y la pasión”, que de ella “nace la inclinación al placer”, “apetito que encadena el alma a la acción”, mientras define a 3) tamas como “el hilo de la ignorancia que confunde a las almas y las arrastra a la inercia de la ceguera, la indolencia y el descuido.” (Bhagavadgita, 113) En ningún otro texto de la tradición se describen los guṇas como en la Gita, donde se les dedica un capítulo.
La Gita, siendo el canto de Dios, resume toda la tradición del Yoga y decanta las definiciones de los guṇas como experiencias sensibles, prácticamente emotivas. Desde mi lectura los guṇas son primordialmente tendencias anímicas. Krishna dice “del primero nace el conocimiento, del segundo el deseo y del tercero la desidia, el delirio y la confusión.” (Bhagavadgita, 114) Los guṇas componen todo en una particular proporción, lo cual deriva en la diversidad de las formas.
De ahí que esta categoría, la de los guṇas como la amalgama entre el actor y la consciencia suprema que puede observarse a sí misma en su actuar, alumbre sobre cómo la práctica del yoga nos hace sensibles, crecientemente, a los cambios anímicos que tenemos, a la energía fluctuante que atraviesa nuestro cuerpo, a las maneras en que lo movemos, nos disponemos ante el mundo y lo percibimos, nublados por nuestro pasado.
Todos tenemos partes sombreadas, recuerdos olvidados, patrones incomprensibles, y repetimos nuestras historias, una y otra vez, en tanto no podemos desidentificarnos con ellas. Empieza con las correcciones en el cuerpo a través del asana, en el shala. Y mientras nos volvemos conscientes de dónde están las manos, las caderas y los pies, nos hacemos conscientes de dónde están nuestros miedos, nuestras limitaciones, nuestro sufrimiento. Con tiempo, constancia y valentía, nos enteramos de quiénes fuimos para construir quiénes queremos ser.
Nos vemos en el shala para practicar.
Ram Ram
Imagen:
- Adaptado de A Large Painting Of Krishna And Arjuna [Fotografía], Rajasthan, North India, Second half 19th Century, Christie’s (https://www.christies.com)